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SKAY BEILINSON HIZO VIBRAR EL ESTADIO CUBIERTO DE UNIÓN DE SANTA FÉ El recital siguió con Paria, y sin pausa arremetió con otro éxito de su nueva etapa, Oda a la sin nombre, canción que se encuentra en su primer CD y que, probablemente, sea la que más ha sonado en las FM. A esa altura, el recital ya era una verdadera fiesta y la fidelidad del público estaba garantizada. Así siguieron pasando los temas: Soldaditos de Plomo, Canción de cuna, El pozo de la serpiente y Los caminos del viento. Allí, antes de una pausa de 10 minutos, Skay sorprendió con el tema más esperado por todos los nostalgiosos: una impecable versión de Jijiji, el clásico de Los Redondos, que permitió demostrar que “el pogo más grande del mundo” sigue tan vigente como siempre, y que despertó, una vez más, el ruego de la gente: Sólo te pido que se vuelvan a juntar. El repertorio siguió con Arcano XIV, Flores secas, Ángeles caídos y Presagio; Caña seca y un membrillo; e inmediatamente arremetió con El pibe de los astilleros. Si dar lugar a respiro alguno, continuaría entonces con Dragones, El fantasma del 5° piso, El Golem de la Paternal, Rock para los dientes -del disco Bang Bang estás liquidado- y una poderosa versión de Genghis Kan -de su primer trabajo solista-. Habían pasado un centenar de minutos desde el inicio, entonces Skay se abrazó a sus músicos, realizó una reverencia y se fue caminando tranquilo. Los peregrinos, mientras tanto, comenzaban a descolgar los trapos, sin pedir un reencuentro Redondo, satisfechos por una noche donde el rock fue protagonista. Pero con la esperanza intacta de que, alguna vez, la magia pueda reunir sobre el escenario a una banda que ya es leyenda. |
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